Todas las escaleras del mundo

Todas las escaleras del mundo
Santiago de Molina
Ediciones Asimétricas. Madrid, 2021




Santiago de Molina lleva ya muchos años fertilizando el campo de la reflexión en torno a la arquitectura desde su blog "múltiples", a base de pequeños textos y de una exquisita selección de imágenes. Se trata de breves apuntes en los que enfoca el haz de su linterna sobre curiosidades, advirtiendo de hallazgos, mas sin llegar a explorarlos en profundidad, como por otra parte dictan las leyes de internet. Escribe muy bien y, cuando pulsa la tecla adecuada, produce apuntes plenos de sugestión para continuar desarrollando y ampliando con otras fuentes, lo cual es de agradecer.

El presente volumen supone la traslación al papel de las entradas que en el blog ha registrado sobre las escaleras (junto con otras intervenciones diferentes sobre el mismo tema) y como tal se lee: proteico, irregular, ocurrente y superficial, con varios aciertos y con posts menos inspirados. El libro ha alcanzado un prestigio sorprendente (libro finalista del Premio FAD Teoría y Crítica 2022; Premio COAM 2022) para tratarse de un material ya conocido, sobre el que apenas se ha realizado una tarea de edición.

Al igual que me sucede con la lectura de aquel blog, reconozco que me incomoda el abuso de un lirismo arbitrario muy caro al autor. No comparto su visión panteísta de la arquitectura y ciertos manierismos me resultan algo cursis ("Entre los pliegues de sus pisas y tabicas se guardan recuerdos"; "el peldaño fantasma, travieso, se ríe de nosotros a hurtadillas, escondido ahora bajo la zanca de la escalera"; "subamos escaleras. Si no lo hacemos por nosotros, al menos hagámoslo por ellas. Solo aquel que no tenga algo de sensibilidad no habrá sentido, al subir sus peldaños, junto a la perdida del aliento y un leve asomo de sudoración, algo semejante a la discreta felicidad que ofrece el arrojar migas de pan a los peces de un estanque o el poner agua a un indefenso pajarillo enjaulado").

Pero valgan las reflexiones lúcidas que se encuentran en sus páginas para redimir a este libro: La acera como una escalera de un único peldaño; la crónica escrita en el desgaste de los peldaños de una escalera vieja... Sabrosas son también las digresiones semánticas sobre sus diversos componentes así como sus interpretaciones fenomenológicas; muy certeros los apuntes sobre su condición escenográfica, sobre su morfología y el propio acontecimiento constructivo y estructural de la escalera; finalmente resultan muy instructivas algunas curiosidades como la fórmula algebraica de la proporción del peldaño, historias terribles como la de la escalera de Mauthausen o el feliz descubrimiento de las figuras de Adolphe Appia y Akasegawa Genpei.

Reivindiquemos finalmente los blogs, que permiten y celebran la volubilidad, la dispersión y la inconsistencia, tan necesarias en ocasiones. Es una pena que, desde hace varios años, asistamos a la práctica extinción de este formato y hay que reconocer a Santiago de Molina su tenacidad y agradecerle la generosidad de que continúe con el suyo.