Paisajes sublimes

Paisajes sublimes. El hombre ante la naturaleza salvaje
Remo Bodei
Traducción del italiano de María Condor
Siruela, 2011



Este fantástico ensayo presenta el ascenso y ocaso de un fenómeno que constituyó un relevante motivo estético en la cultura europea occidental de los siglos XVIII y XIX, lo sublime. 

El paisaje no es naturaleza, es cultura proyectada: a partir de cierto momento se produce un cambio en la sensibilidad de la sociedad, que empieza a mostrar interés por lo que hasta entonces eran considerados lugares naturales espantosos y se expone a su inmensidad y peligro de forma deliberada para experimentar así un placer voluptuoso ("... y naufragar me es dulce en ese mar"). Se trata de un fenómeno acotado en el tiempo y en el espacio geográfico; otras culturas tienen una aproximación diferente a la naturaleza, no articulada en torno a la discordia, al enfrentamiento y la superioridad intelectual, como la europea, sino más bien de armonía (China), o de humildad y disolución en ella (Norteamérica).

El libro resulta ameno, lúdico y muy asequible a pesar de ocuparse del tema con rigor y exigencia. Se estructura en tres partes en las que se trata la génesis y los fundamentos de lo sublime, se traza una cartografía de sus cinco territorios clásicos ―montañas, océanos, bosques, volcanes y desiertos― y finalmente se relata su decadencia y traslación a otros destinos. La prolija exposición del sentido de lo sublime en su contexto histórico y su recorrido teórico, principalmente mediante las figuras de Burke y Kant desde la filosofía y Leopardi desde la poesía, así como el repaso por su arco histórico resulta fascinante. Mientras que el segmento intermedio, "los lugares de lo sublime", que a priori parecía lo más apetitoso del libro, peca de prurito académico ―empeñado en remontar la genealogía de cada lugar― y termina por desafinar ligeramente del tono tan ágil y divulgativo del resto.

En el mundo antiguo, lo bello era el canal del placer puro y el hombre alcanzaba lo sublime (la trascendencia de la mediocridad y banalidad de lo cotidiano) conmovido ante una obra de arte excelsa. Por contraste, lo sublime moderno surge del desafío a la naturaleza inmensa y peligrosa, un enfrentamiento que produce placer mezclado con dolor y una zozobra que da voz a pasiones arrolladoras y provoca una emoción estética superior.

Esta actitud combativa ―alimentada por una nueva percepción de superioridad intelectual tras el largo periodo de humillación, de melancólica desorientación inaugurada por el giro copernicano y la expulsión del hombre del centro del universo― surge como resarcimiento: el desafío aceptado del enfrentamiento a los insondables abismos del mundo y sus espacios infinitos, ante los que el hombre se siente insignificante y vulnerable, termina en superación y reafirmación. El "dulce naufragio", a la vez que aceptación de la perdida de su posición privilegiada, fortalece y alimenta la autoestima del hombre.

Sin embargo en muy poco tiempo, al doblar el siglo, el progreso de la ciencia y la tecnología en el XIX conduce a un cierto desencanto hacia la naturaleza, que pierde su estatus de peligrosa e inaprehensible. El ocaso de la fascinación que antes despertaba coincide con la disolución de los valores románticos del sacrificio y el dolor como condición para la superación personal; se produce un rechazo del sufrimiento y el hombre se conforma con una vida más banal. Ello trae como consecuencia la decadencia de lo sublime.

Van surgiendo en paralelo las coordenadas del mundo contemporáneo: la sociedad de consumo y sus efectos sobre la cultura y la naturaleza. A finales del siglo XX la humanidad ha llevado al planeta al límite del agotamiento y la naturaleza, antaño fuente de miedo y admiración, se ha vuelto hoy vulnerable y provoca compasión y culpa en el hombre, devenido en un animal nocivo. La naturaleza ya no es el lugar de lo sublime, que se traslada a otras regiones: hoy son las vicisitudes históricas y políticas las que provocan inquietud, el cúmulo de tragedias que se repiten en la historia, el sufrimiento de la humanidad. Mientras que para el futuro inmediato el cosmos se alza como región ignota, infinita y todavía susceptible de provocar sentimientos sublimes

Un libro breve y preciso para repasar la relación proteica del hombre con la naturaleza y, como reflejo, consigo mismo.