Philippe Rahm
Editorial GG, Barcelona, 2024
Traducción del francés de Diego Galar Irurre
Esta meritoria historia de la arquitectura en clave meteorológica y sanitaria se propone contextualizar y combatir el filtro cultural que desde mediados del siglo XX ha cobrado la consistencia de dogma en los análisis sobre nuestra disciplina: después de todo, tal vez los valores ideológicos, simbólicos o emocionales no fueran nucleares ni exclusivos.
Se defiende la tesis de que el proyecto de urbanismo y arquitectura, su razón y su forma, ha estado informado desde sus orígenes en primer lugar por motivos fisiológicos ―la reacción al medio desde la condición homeotérmica del hombre― y en segundo por factores culturales. La reciente reescritura del pasado desde las ciencias sociales obvía esta realidad al amparo de un espejismo, el "contexto de emancipación de la realidad" alentado por los formidables progresos sanitarios y de las técnicas de acondicionamiento ambiental experimentados en el primer mundo en la segunda mitad del siglo XX, que satisficieron o atenuaron muchas de las aspiraciones originales de dichas disciplinas y las entregaron especulaciones teóricas: "vaciada de necesidades físicas y constructivas [...] la arquitectura era únicamente simbólica y parlante", lamenta Rahm.
El enfoque del ensayo se alinea explícitamente con posturas como las del nuevo realismo, que superan el pensamiento postmoderno y sus interpretaciones relativistas de la historia ―con profundo arraigo en la academia― y son partidarias de anclar el discurso en estructuras de reconocimiento de la realidad, considerando a la ciencia como aliada. Precisamente un escenario hoy tan palpitante como es la respuesta a la crisis ecológica descansa sobre pautas empíricas, evidencias materiales, objetivas y mensurables, por lo que es imperativo afrontarlo en sinergia con la ciencia. Su emergencia ha renovado el vínculo entre arquitectura y clima, devolviendo a la termodinámica la categoría de argumento en el proyecto. En esta matriz se desenvuelve el libro, cuya voluntad es reflotar una tradición y apuntar una nueva dirección "en absoluto reaccionaria, sino que abra paso a nuevos caminos de emancipación, libertad e imaginación", celebrando su dimensión creativa.
El autor entiende que diseñar con los objetivos climáticos es regresar a los fundamentos de la arquitectura, por lo que reclama la plena facultad y autonomía de este enfoque natural: "no se trata de una historia paralela ni de una subcategoría de la historia general de la disciplina". A lo largo de sus más de 300 páginas, Rahm se afana en rastrear la lógica somática (frío, calor, hambre, fatiga, enfermedad) en los proyectos a través de la historia. Encabezados por títulos provocadores, se convocan y discuten algunos episodios clave: la ciudad neolítica como almacén fortificado, el protagonismo inverosímil de los brotes de menta, el yodo o los guisantes, el papel termodinámico de las artes decorativas, la función terapéutica de las cúpulas, los efectos de los antibióticos en el urbanismo, etc.
Esta Historia natural de la arquitectura transita el arco histórico completo ―con la inevitable síntesis, concisión y elipsis― desde los orígenes hasta la más inmediata actualidad, lo que constituye una rareza muy loable. Está escrito con solvencia, espíritu divulgativo y voluntad científica. Se muestra preciso y ponderado, sin embarcarse en ajustes de cuentas historiográficos, si bien ofrece una visión amarga, acaso demasiado superficial de la postmodernidad. El original francés del año 2020 lo vierte a nuestro idioma la editorial GG con excelente traducción y la impecable factura que acostumbra. Hay que celebrar la incorporación de esta pertinente obra al anaquel proteico y siempre inconcluso de las historias de la arquitectura.
Se defiende la tesis de que el proyecto de urbanismo y arquitectura, su razón y su forma, ha estado informado desde sus orígenes en primer lugar por motivos fisiológicos ―la reacción al medio desde la condición homeotérmica del hombre― y en segundo por factores culturales. La reciente reescritura del pasado desde las ciencias sociales obvía esta realidad al amparo de un espejismo, el "contexto de emancipación de la realidad" alentado por los formidables progresos sanitarios y de las técnicas de acondicionamiento ambiental experimentados en el primer mundo en la segunda mitad del siglo XX, que satisficieron o atenuaron muchas de las aspiraciones originales de dichas disciplinas y las entregaron especulaciones teóricas: "vaciada de necesidades físicas y constructivas [...] la arquitectura era únicamente simbólica y parlante", lamenta Rahm.
El enfoque del ensayo se alinea explícitamente con posturas como las del nuevo realismo, que superan el pensamiento postmoderno y sus interpretaciones relativistas de la historia ―con profundo arraigo en la academia― y son partidarias de anclar el discurso en estructuras de reconocimiento de la realidad, considerando a la ciencia como aliada. Precisamente un escenario hoy tan palpitante como es la respuesta a la crisis ecológica descansa sobre pautas empíricas, evidencias materiales, objetivas y mensurables, por lo que es imperativo afrontarlo en sinergia con la ciencia. Su emergencia ha renovado el vínculo entre arquitectura y clima, devolviendo a la termodinámica la categoría de argumento en el proyecto. En esta matriz se desenvuelve el libro, cuya voluntad es reflotar una tradición y apuntar una nueva dirección "en absoluto reaccionaria, sino que abra paso a nuevos caminos de emancipación, libertad e imaginación", celebrando su dimensión creativa.
El autor entiende que diseñar con los objetivos climáticos es regresar a los fundamentos de la arquitectura, por lo que reclama la plena facultad y autonomía de este enfoque natural: "no se trata de una historia paralela ni de una subcategoría de la historia general de la disciplina". A lo largo de sus más de 300 páginas, Rahm se afana en rastrear la lógica somática (frío, calor, hambre, fatiga, enfermedad) en los proyectos a través de la historia. Encabezados por títulos provocadores, se convocan y discuten algunos episodios clave: la ciudad neolítica como almacén fortificado, el protagonismo inverosímil de los brotes de menta, el yodo o los guisantes, el papel termodinámico de las artes decorativas, la función terapéutica de las cúpulas, los efectos de los antibióticos en el urbanismo, etc.
Esta Historia natural de la arquitectura transita el arco histórico completo ―con la inevitable síntesis, concisión y elipsis― desde los orígenes hasta la más inmediata actualidad, lo que constituye una rareza muy loable. Está escrito con solvencia, espíritu divulgativo y voluntad científica. Se muestra preciso y ponderado, sin embarcarse en ajustes de cuentas historiográficos, si bien ofrece una visión amarga, acaso demasiado superficial de la postmodernidad. El original francés del año 2020 lo vierte a nuestro idioma la editorial GG con excelente traducción y la impecable factura que acostumbra. Hay que celebrar la incorporación de esta pertinente obra al anaquel proteico y siempre inconcluso de las historias de la arquitectura.